EL pagò el último pasaje.

 


 

Ninguno podemos, en términos normales, subirnos a un bus, a un tren, a un barco o a un avión… sin haber pagado el pasaje. Ya sea que el pasaje lo paguemos nosotros, como acostumbraba hacerlo el apóstol Pablo, quien se dedicaba a predicar la palabra de Dios, pero NO era una carga para los creyentes (2ª Tesalonicenses 3:8). O, por el contrario, que otro pague el viaje por nosotros como le sucedió a Jonàs, que por no obedecer a Dios, Dios le pagò el viaje de regreso en un pez (Jonàs 1:17). Todos estamos en èste mundo de pasajeros, tarde o temprano tendremos que partir, y, el Señor no quiere que nosotros paguemos el último pasaje, él ya envió a su Hijo para que lo pagara por nosotros. No tenemos y no podemos hacer nada para pagar ese último pasaje, pues es tan oneroso que solamente la sangre de un Santo podía hacerlo. Estamos en disposición de aceptar o no ese pasaje, pero tenemos que entender que NO lo pagamos nosotros sino ya está pagado sólo tenemos què aceptarlo.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El amor versus el interés

El que inició la obra en tì… la terminarà.

El anticristo está entre nosotros.