La vida está en la sangre.
En Gènesis 4:10 cuando Dios le
menciona a Caìn el asesinato de su hermano Abel, le dice: “La sangre de tu
hermano CLAMA a mì desde la tierra”. Nos preguntamos, ¿cómo algo que se supone
NO tiene vida puede clamar? No nos equivoquemos, Dios no nos deja lados oscuros
nunca, y más adelante en los libros del Pentateuco cuando dicta las Leyes para
su pueblo nos explica: “No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la VIDA
de toda carne es su sangre” (Levìtico 17:14). Y, en Deuteronomio 12:23 dice: “Solamente que te mantengas firme en NO COMER
sangre; porque la sangre es la vida”. Ahora podemos entender al menos dos
situaciones, la primera: Con razón la “sangre” de Abel clamò por justicia
puesto que estaba viva y podía comunicarse; y la segunda, con razón la “sangre
de Cristo” puede redimirnos y clamar por nuestras almas, pero en lugar de
clamar por justicia como la de Abel… èsta clama por redención (Hebreos 12).
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa.
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