Allì está la razón.
Muchos nos quejamos porque las
bendiciones que Dios ofreció a su pueblo no nos llegan a pesar que nosotros nos
declaramos ser su pueblo. Pero al estudiar las escrituras logramos entender la
razón. “Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía;
y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza” (Jeremìas 3:3).
¡Sì!, es triste tener què reconocerlo pero nos hemos prostituido como
creyentes, hemos sido infieles al Señor y sus enseñanzas, hemos antepuesto a su
amor y a nuestro primer amor (por mucho que lo neguemos o que lo
justifiquemos), nuestros intereses, nuestra comodidad, nuestros gustos y deseos
a lo que Dios nos ha mandado cumplir (llevar la cruz). Vivimos afanados en
tener u obtener algo o a alguien; vivimos codiciando lo que otros tienen o en
dónde están; vivimos pensando en cómo nos agradaremos a nosotros mismos en el
mañana en lugar de pensar HOY en cómo agradar a Dios, y nos olvidamos de tener
empatìa con quienes sì están en situación de calle, de penas, de angustias, de
enfermedad, de escasez económica o emocional. SI… nos hemos prostituido, y esa,
es la causa que no nos llegue la bendición de la lluvia tardía (Deuteronomio
11:14). Meditemos.
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa
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