Podrìamos perder los galardones pero no la salvación.
Siglos de discusiones inútiles
acerca de si la salvación se pierde o no, cuando Dios Padre y el Hijo lo han
dejado tan claro en las escrituras: “Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor
que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27-29).
Y por si esto NO fuera suficiente leemos en Romanos 8:38-39 lo que el Espiritu
Santo revelò al apóstol Pablo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro”.
Preguntamos: ¿Dejò
de ser hijo en algún momento el hijo pròdigo? (Lucas 15) ¿Estamos promoviendo
que confesemos a Cristo y luego pequemos indiscriminadamente? ¡NO! Vivamos como si la salvación se pudiera
perder y entonces NO pensaremos si perderemos la salvación o los galardones más
preciados que Dios tiene. La salvación sólo es el “talento” de la paràbola, no
importa cuándo, dónde, ni cómo lleguemos… igual seremos salvos (Mateo 25),
PERO, hay infinidad de galardones que podemos perder. O ¿Creerìa usted en un
Dios JUSTO si al apóstol Pablo le da el mismo galardón que al ladròn de la
cruz?
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa
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