La verdadera gran ramera. (Parte uno)
¡Cuànto hemos escuchado acerca
de la gran ramera de la cuál nos habla la escritura! Unos y otros se señalan
con el dedo. Pero, ¿Què es lo que podemos comprobar en las escrituras? Veamos
las ocasiónes en las cuales Dios envìa a señalar a la gran ramera ¿A quièn es a
quienes señala?: ¿Còmo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? ¿Cuàl era
esa ciudad fiel? JERUSALÈN en ISRAEL (Isaìas 1:1 y 21). Hijo de hombre,
NOTIFICA a JERUSALÈN sus abominaciones, a todas las rameras les dan dones, pero
tú, les das dones a tus enamorados (Ezequiel 16:1 y 33). En el libro de Oseas,
capítulo 5 logramos entender: “Escùchenme SACERDOTES, atiéndanme JEFES DE
ISRAEL”. Luego, en el advenimiento de Cristo a la tierra, el Espìritu Santo
envìa a escribir al apóstol lo siguiente: “Porque de ambos pueblos (judíos y
gentiles) hizo Dios un sólo pueblo, al abolir las paredes y divisiones
intermedias”, en otras palabras, ahora nosotros quienes hemos aceptado a Cristo
también somo SU pueblo somos la que se supone ciudad fiel; Jerusalèn; los
sacerdotes de Dios (Efesios 2:14). Tenemos què entender: “Dios NO llama RAMERA
a sus enemigos, nos llama asì, a los SUYOS por la traición a devolver mal por
todo el bien que nos hace”.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa.
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