La necedad está en el corazón humano.

 


 

Alguna vez nos hemos preguntado ¿Por què Caìn no hizo una ofrenda como la de Abel para poder agradar a Dios, cuando ya había un patròn? (Gènesis 4:3-4). ¿Quièn le enseño a Noè a preparar vino y emborracharse, si se supone no tenía un patròn a copiar? (Gènesis 9:21). ¿Por què Judas no se puso a pedir dinero a escondidas de Cristo en cada prèdica (cuando los religiosos ya lo hacían y como muchos hacen hoy en día) en lugar de vender a su maestro? (Juan 12:6). Luego vemos en las escrituras lo siguiente: “El corazón del hombre rebosa de maldad, y la necedad está en él”. Y ¿quièn dijo semejantes palabras? Pues el hombre más sabio que la tierra haya conocido después de Cristo, el Rey Salomòn en Eclesiastès 9:3. No necesitamos, desde el pecado del Edèn, que nadie nos enseñe la maldad, ya está “arraigada” en el corazón de todo ser humano. Clamemos al Señor, para que en momentos de ira, de enojo, de debilidad, de necedad o de necesidad… no permita que la maldad que YA está allí… aflore en nosotros. Selah.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La obesidad espiritual.

El anticristo está entre nosotros.

Cuando Dios te tira al ruedo.