Hasta el último minuto se habla.
A quienes nos gustan los
deportes hemos aprendido muy bien èsta frase-lecciòn: “Hasta el último minuto
se habla”. Cuàntas veces hemos visto juegos en los cuales en el último minuto
del partido de fut, el contrincante mete el gol del empate o la victoria que lo
hace campeón; es más, en el último segundo en el caso de un balòn llamado “de
aire” en el baloncesto gana por un punto al contrincante. Pues bien, nos
enseñan las escrituras que en la vida espiritual no es tan diferente la situaciòn.
Veamos: Cristo está siendo crucificado junto a dos identificados como ladrones,
el uno, mientras estaban cerca de la muerte injuria a Cristo (Lucas 23:39); el
otro, le suplica que, aunque sea, se acuerde de él cuando esté en su reino
(Lucas 23:42). Este segundo, fue salvo en el último minuto de su vida (Lucas
23:43). Nadie, en sentido literal somos santos, todos somos pecadores, pero la
gran diferencia entre unos y otros está acaso en la inclinación que podamos
tomar al último minuto pidiendo perdón, aunque lo más recomendable, por
supuesto, es hacerlo antes.
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa
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