Quièn era el hombre.

 


Cristo está en el templo, allí, llegan los fariseos y le llevan a una mujer “sorprendida” en adulterio (Juan 8:1-7). Hagamos un anàlisis: ¿Sorprendida? ¿En la calle, en su cuarto, en su casa? ¿Cómo sabían que era adultera, acaso no podía ser su esposo o su prometido? ¿Si estaba acompañada, quién y què fue del hombre? En otro sentido, la base de la acusación era que “La Ley dice…” (verso 5), pero, un momento, acaso la Ley no dice tambièn que “tanto el varón como la mujer debían ser lapidados” (Levìtico 20:10). Entonces resumamos: 1- A la mujer le pusieron una trampa para luego ponerle una trampa a Cristo. 2- El hombre tenía que estar de acuerdo con los fariseos, porque ¿por què no fue llevado también? 3- ¿Acaso no era el hombre, uno de ellos, los fariseos, para poder tener la “absoluciòn” de la pena? Resumen: La hipocrecìa de los fariseos “era y es” tan sofisticada que parece la única verdad. Y, tristemente, se ha especializado y generalizado en “casi” todas las congregaciones a través de las edades, la mejor prueba de ello es el alejamiento de personas honestas, sinceras y amantes de Dios, pero que prefieren tener una relación únicamente con Dios. Mateo 23 completo es tan real hoy en día como hace dos mil años. Y quien no lo vea, está más perdido que la llorona dirìa la abuela.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa  

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