No irritemos a Dios.
En el libro de Oseas leemos: “Después
del destete de Lo-ruhama y de haber dado a luz otro hijo, le dijo Dios: “Ponle
por nombre Lo-ammi, porque vosotros NO sois mi pueblo, ni yo serè vuestro Dios”
(Oseas 2:9). En el libro de Proverbios leemos: “Fosa profunda es la boca de la
mujer extraña; Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella”
(Proverbios 22:14). Hace unos años un verdadero siervo de Dios pasó una prueba
muy difícil, tan difícil que luego de una seria enfermedad su familiar falleció
estando ambos cumpliendo con el ministerio que Dios les había encomendado.
Platicando con él hace unos días nos dijo: “Ya pasè una prueba fuerte en los
caminos del Señor, y casi no resisto; NUNCA quisiera enojar a Dios, pues si por
probar mi fe permitió esa experiencia tan desagradable no quisiera probar su
ira. Moraleja: Vivamos de tal manera que nunca irritemos a Dios.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa
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