El verdadero amor.


 

Hace unos días quienes apreciamos los deportes pudimos vivir una experiencia que deja muchas lecciones, un jugador de la MLB (con mucho talento por cierto) quedó en lo que llaman “agencia libre”, lo que significa que el contrato que tenía con un equipo caducò, y por lo tanto puede firmar por otro de su elección. Vimos cómo la danza de millones de dólares inició por él, y lógicamente firmó para el equipo que le ofreciò más dinero. En contraparte, hemos visto cómo otros jugadores a pesar de recibir ofertas tentadoras, prefirieron quedarse o firmar para el equipo que tanto soñaron de niños. En lo espiritual es algo contradictorio, pues el Señor quiere que firmemos para su equipo, precisamente aquellos que no tenemos talentos, y, de quienes no se espera nada, al contrario, nos escogiò porque somos viles y despreciables para poder demostrar que solamente de él es la gloria, y así, avergonzar a los que se creen sabios, entendidos, superiores, etc. (1ª Corintios 1:25-29). Ese es un verdadero amor, el que mira el color del corazón… no el color del billete. Lo amamos, porque él nos amò primero.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa. 

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