Imitando a Faraòn.
En el libro de Éxodo leemos
la historia de cómo Dios envìa a Moisès a “liberar” a SU pueblo de la
esclavitud (Éxodo 10:1). Y, en el transcurso de la narración nos encontramos
que Faràon recibió de Dios diez oportunidades de poder obedecer la orden (las
10 plagas). Sin embargo, ni así entendió el Faraòn lo serio de no querer
agradar al creador. No hay quièn al enterarnos de la historia pensemos: “Pero
què necedad la de ese hombre”, sin darnos cuenta que nosotros en el día a día
hacemos lo mismo. ¿Cuàntas veces estando en posiciones de desventaja, de
desasosiego, de angustia, le pedimos a Dios que nos libere, pero en cuànto él
(Dios) lo hace, volvemos a los caminos torcidos. Bièn nos recomiendan las
mismas escrituras: “No hagáis promesas a Dios a la ligera” (Eclesiastés 5:4).
Y, èste verso nos agrega al final… ¡No seáis insensatos! El núcleo de èsta lección es entonces: NO
imitemos a Faraòn o sufriremos las consecuencias.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa
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