A nadie se le ocurriría.
Hace dos mil años el Imperio
Romano persiguió a todo aquèl que se llamaba cristiano o que predicara el
evangelio de Jesucristo, lo vemos en la vida de Pablo en Hechos 24 completo, y
lo vemos en la historia con la destrucción del templo en el año 70 a manos del
emperador Tito. Más tarde vemos la erradicación total y absoluta de todo
creyente en el año 130 con la revolución de Bar Kojba en Jerusalèn. De esa
época en adelante hasta Constantino en 313 todo creyente era perseguido por
nombrar siquiera el nombre de Cristo. Cristo hablando a SU pueblo nos dice:
“Mirad que NADIE os engañe” pues ese será un tema difícil en la caminata de
todo aquèl que quiera seguirme (Mateo 24:4). Pregunta: ¿Cómo puede alguien
creer que siendo èsta la situación? El
Imperio Romano iba a permitir, o, algùn creyente se le iba a ocurrir poner LA
CEDE CENTRAL DE SU FE, precisamente en el centro de ese Imperio en Roma? Dejemos que el sentido común, o, una mediana investigación
nos responda. ¡Mirad que nadie os
engañe! Selah.
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa.
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