Y serán una sola carne (Parte tres)

 


Ojalà, y antes de tomar la decisión final de unirnos a la otra persona midiéramos con mayor madurez sus fortalezas y debilidades, y, sobre todo, las nuestras para entender si las primeras sobrepasan en mucho a las segundas (1ª Pedro 3:7 y 1ª Corintios 7:3-4). Pues, como se mencionò antes, es muy pero muy común que no sean cambiadas. Una persona que no es disciplinada, ordenada, puntual, aseada, buena administradora, leal; o en otro sentido, que sea muy delicada, que no le gusten los exabruptos, los bullicios, que no sea muy sociable, puntual, rìgida, etc. muy difícilmente cambia. Así què, si no estamos dispuestos a soportar o tratar de dominar dichas debilidades, o, las mismas son màs importantes o serias que las fortalezas que el otro pudiera tener, sería bueno NO tomar la decisión de caminar junto a esa persona, pues el matrimonio es para toda la vida, no solamente para una parte de la misma, con la SOLA excepción dada por Dios y el mismo Cristo, la infidelidad (Levìtico 20:10 y Mateo 5:32 y Mateo 19:6).

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

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