Un abrazo
¡Cuànto cambiarìa el mundo en el que vivimos si lograramos entender
que un abrazo es un beso santo! Si
alguien entendió ese mensaje fue el apóstol Pablo, quien nos dice en varias
cartas: “Saludaos unos a otros con ósculo santo” (Romanos 16:16; 1ª Corintios
16:20; 2ª Corintios 13:12; 1ª Tesalonicenses 5:26. Y, el apóstol Pedro nos lo
dice en su 1ª carta capítulo 5 y verso 20). Si, cuànto cambiarìan nuestras vidas
y nuestros testimonios si entendiéramos que un abrazo santo, sin màcula, sin
intereses carnales ayuda a aliviar un alma; a reconfortar un corazón herido o
solitario; a exhortar a un débil a seguir adelante. ¿Que èstas son tan solo
palabras?, lo dudamos. La prueba està que en momentos dramáticos de la vida
como en el funeral de un ser querido, cada abrazo que recibimos es un alivio a
la pena sufrida… y más aún, cuando la persona que nos dice: Lamento mucho la
pérdida de tu padre, de tu madre, de tu pareja, de tu hijo, de tu amigo, es
precisamente una persona a la que hace unos días acompañamos al sepelio
precisamente de su padre, de su madre, de su pareja, de su hijo, o de su mejor
amigo. Un abrazo santo, un ósculo santo… no implica me quiero acostar contigo,
implica SIENTO TU PENA O TU ANGUSTIA COMO SI FUERA MÌA, cuenta conmigo. Selah.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa
Comentarios
Publicar un comentario