No es terquedad… es perseverancia.
Leemos en las escrituras el siguiente pasaje: “Había en una
ciudad, un juez que ni amaba a Dios ni respetaba a hombre alguno, pero también
había una viuda que exigía justicia contra su adversario, la cuál llegaba cada
noche al juez a exigir justicia, y dijo el juez: Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre
alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le
haré justicia” (Lucas 18:1-6). Cristo nos incitò a que si nos acercamos al
Padre para pedirle algo lo recibiríamos (Mateo 7:7). Pero el apóstol nos explicó
que: “no recibimos porque pedimos para nuestros deleites, no para deleitar a
otros… y agregò, estàis pidiendo mal” (Santiago 4:3). Ojalà y entendiéramos que
acercarnos a Dios aunque sea para pedir no es terquedad… es perseverancia, pero
mejor si pedimos por y para otros y no para nosotros. El es nuestro padre, no
un desconocido; nosotros somos sus hijos, no unos desconocidos, y por lo tanto,
él cubrirà nuestras necesidades. Acercarnos para pedirle no es terquedad… es
perseverancia (Hebros 4:16). ¿Amèn?
Señor: Danos
un honesto celo por tu casa.
Comentarios
Publicar un comentario