No conocemos el camino de regreso.
Todos describimos la muerte como la separación de nuestros
seres queridos, pero realmente la muerte es la separación del cuerpo y el alma
de una persona. El cuerpo es el cascaròn con el cuál reconocemos a alguien, o,
alguien nos reconoce a nosotros, mientras que el alma es la vida o identidad
misma de alguien (1ª Corintios 15:44). El sabio Salomòn lo describió así: “Y el
polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios quien lo diò”
(Eclesiastès 12:7). Quizàs el gran temor que le tenemos a la muerte, aunque
sabemos que todos hemos de morir, es el hecho que NO sabemos reconocer el
camino de regreso a casa, y la prueba es el hecho que NO recordamos tampoco de
dónde salimos, aunque nos dice la escritura que de Dios salimos y a Dios
volvemos (mismo verso 12:7 de Eclesiastès). Por ello, caminar tomados de la
mano de nuestro Señor Jesucristo, es el mejor mapa, el mejor Waze (para hablar
en términos tecnológicos)… que podemos seguir para no perdernos. Meditemos.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa.
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