El día 49

 

El día 49

 

Dicen las escrituras que para todo hay un tiempo, y, todo lo que se requiere debajo del cielo tiene su hora (Eclesiastès 3:1). Bueno, en base a eso, analizamos las palabras de Cristo a sus discìpulos (casi las últimas por cierto): “Y estando juntos, les mandò que no se fueran de Jerusalèn sino que esperasen la promesa del Padre, la cuál les dijo, oísteis de mì” (Hechos 2:4). Todos sabemos, hoy, que esa promesa era la venida del Espìritu Santo, el Consolador, quien había de guiarlos y guiarnos a toda verdad (Juan 14:26). Les dijo que llegarìa, pero no les dijo cuándo. Así, los discípulos, nos narra el libro de los Hechos, fueron al aposento alto a esperar esa promesa… pasaron 8 dìas; pasaron 15; pasaron 30; y llegaron al día 49 sin que NADA hubiera pasado. “Supongamos” que alguien entre ellos hubiera dicho: “Lo siento muchachos, me cansè de esperar, me retiro”. Todos hubieran recibido el bautizo del Espìritu, menos él. Pregunta: ¿No nos ha pasado que Dios nos da una palabra, y esperamos, y esperamos, y cuando ya no soportamos más, queremos irnos, retirarnos, abandonar… cuando la respuesta, la ayuda, el auxilio, está a un día o un momento de llegar? No nos rindamos… el que persevera hasta el final, tendrá un galardón, y no pequeño. Es una promesa (Mateo 24:13). Meditemos.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa. 

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