Hasta que les tuvo que cerrar el templo. (Parte tres)

 


 

Los profetas, Juan el Bautista, y Cristo expusieron públicamente y en privado las deficiencias que tenían los ya insensatos descendientes de Aaròn en el cuidado de las cosas de Dios y del Templo (vea todo Mateo 23). Y, lejos de reflexionar y de darse cuenta que Cristo era el Hijo de Dios, el Mesìas anunciado por las profecías, como lo vieron, los ahora ya religiosos, era como quien venìa a “robarles” su negocio. Imagìnemos èsta escena cuando les dice: “Mi casa será llamada casa de oración” pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones” (Mateo 21:13). Luego, les explica que él NO habia venido a “METER” gente a las sinagogas sino a “SACARLAS” de allí: “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz” (el mensaje es claro, las que se quedan dentro NO son de él, Juan 10:4). Lo que queda probado con la historia de la curaciòn del ciego, y lo que a èste y a sus padres les dicen los lìderes religiosos: “Porque si confesaban que Jesùs era el Cristo, los EXPULSABAN de la sinagoga” (Juan 9:22-23). Lecciòn: Una congregación en donde el líder y no Cristo (con hechos no sólo con palabras) sea el centro de la misma NO es un lugar en donde el Espìritu de Dios more, ni será un lugar en donde cuando Cristo venga visitarà para quedarse.

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

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