Hasta que les tuvo que cerrar el templo. (Parte dos)
Así, Jehovà ungiò a Aaròn y
sus descendientes para que “cuidaran” sus cosas sagradas y en su momento del
Tabernàculo (Templo) (Éxodo 29:1). Aaròn y sus primeros descendientes hicieron
lo que Jehovà había mandado, pero lastimosamente, cuando fue pasando el tiempo
èste servicio se degenerò pues hubo abusos en varios renglones. En pocas y
grotescas palabras “prostituyeron el ministerio”, siglos después Cristo se los
dijo claramente y en la cara pues primeramente llegaron a creerse “intocables”:
“amaban los primeros asientos en las cenas, y las primeras
sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las
plazas, y que los hombres los llamaran: Rabí, Rabí” (Mateo 23:6-7). Y, llegaron
al colmo de anteponer a la misericordia y a la justicia de Dios, sus normas,
preceptos y tradiciones (Mateo 23:23). Pero acaso lo que colmò la paciencia de
Dios fue el “abuso de autoridad para apropiarse del dinero, aún del de las
viudas y de los huèrfanos”: “!Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis
largas oraciones”, les dijo (Mateo 23:14). Pero ¿cuál fue la sentencia a esos
hechos?, con lo que Cristo terminò el verso: “Por esto, recibiréis MAYOR
condenaciòn”. ¿Entendemos bien? estar en una congregación, o, incluso ser el
líder de esa congregación NO nos hace salvos, y el apóstol lo confirmò (1ª Juan
2;18).
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa.
Comentarios
Publicar un comentario