Hasta que les tuvo que cerrar el templo. (Parte uno).

 


 

Antes que iniciemos estas líneas expresaremos que somos amantes del Señor, y amantes de cumplir con sus mandamientos y de respetar y honrar los dones que él nos repartiò, por ello, el ministerio que nos encargò de “pan y palabra” hace ya 41 años, y que él y sólo él, mantiene con recursos propios lo hemos tratado de administrar con la mayor transparencia posible, pues a muchos les consta que pan y palabra no son solamente mensajes diarios, ya que se ayuda a niños, huérfanos, viudas y oramos por personas necesitadas sin ànimo de lucro alguno sino solamente para honrar al Señor. Con èsta base, entramos en materia. Jehovà dijo al hombre desde el principio: “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios” (Deuteronomio 28:2). Luego, hizo consagrar a Aaròn y sus descendientes como Sacerdotes, quienes se encargarìan de cuidar de las cosas sagradas y en su momento del Tabernàculo (Templo): “Esto es lo que harás para consagrarlos para que me sirvan como sacerdotes: “Ceñirás los cinturones a Aarón y a sus hijos, y les pondrás los turbantes, y tendrán el sacerdocio por estatuto perpetuo” (Éxodo 29:1 y 9).

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

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