Ni Dios la hunde.

 


 

¿Recuerda usted cuándo y en dónde se hizo famosa esa frase? Claro, fue en abril de 1912 en relaciòn, al entonces, mayor logro de la ingeniera mundial con el barco llamado Titanic. No hay certeza de quién lo dijo, pero se lee mucho que alguien dijo: “Este barco, es insumergible… ni Dios puede hundirlo”. ¿A què viene èsta reflexión? Pues al hecho que hoy en día, vemos “congregaciones de creyentes” que defienden a capa y espada, como coloquialmente se dice, al grupo en donde acostumbran reunirse… Y “creen” que esa congregación ni Dios la hunde. HASTA QUÈ… ven preferencias, son ignorados, son ofendidos, son abusados o explotados. Entonces se cambian al grupo de la otra esquina porque ESE sì tiene la verdad…y se atreven a pensar otra vez: “Esa congregación ni Dios la hunde”. Preguntamos: ¿Entonces por què desde un principio no se fue para allí?. Pero, más importante que ese hecho, está el engaño al que somos sometidos creyendo que “el grupo en donde estamos, ni Dios lo hunde”, sin darnos cuenta que no hace falta eso, pues el grupo se hunde sólo al tener un líder que impone sus normas diciendo que sigue lineamientos de Dios. Con razón Dios nos dejó el verso de Jeremìas 17:5: “Maldito el hombre que confía en el hombre”.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

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