Nàufrago.

 


 

Platicando con un líder de la fe, nos contaba que un día estaba frustrado por no haber asimilado mejor las batallas de la vida, y una hermana le envió la historia de un naufragio en donde sólo se salvò un hombre. La historia tiene otro tinte, pero queremos enforcarnos en el hecho que èste nàufrago tenía tres opciones: 1- Quedarse desconsolado hasta hundirse y morir; 2- Tomar algo para flotar y esperar para ver què pasaba, o 3- Nadar y hacer el intento para salvarse, lógicamente eligió la tercera, y, por su éxito conocemos la historia.

 

Dios le dijo a Isaìas: “No temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios” (Isaìas 41:10). Y en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo nos enseña: “Pelea la buena batalla de la fe” (1ª. Timoteo 6:12). En otro sentido de pensamiento, estamos muy acostumbrados a ver caer en frustración a las ovejas recién nacidas; pero no creemos, no aceptamos, ni mucho menos nos acostumbraremos a ver caìdo o deprimido a un líder. No hemos entendido, debido a la “religiosidad” en la que nos han educado, que todo líder también es un humano. NO defendemos NI defenderemos a aquellos que abusan de las ovejas; que usan a la congregación para fines personales; o, que debido a su baja autoestima quieren controlar a los demás para sentirse alguien en la vida. Pero sì somos o debiéramos de ser empáticos con quienes se nota que AÙN luchando con honestidad… tienen sus caídas, sus frustraciones y sus decepciones (Proverbios 24:16). Pues ellos también luchan por nadar en el naufragio.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa

 

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