Camino a Damasco… camino a Emaùs. (Parte final)
Nos narra la escritura que
luego de la muerte de Cristo, dos de sus discípulos, uno de los cuales se
llamaba Cleofas (Lucas 24:18), quien entre paréntesis era cuñado de Marìa
madre, pues estaba casado con la otra Marìa, una hermana de ella, explicación
que se nos da durante la crucifixión (vea Juan 19:25). Pues bien, exponemos
todo el panorama, porque es impresionante què, personas que fueron tan
allegadas a Cristo; que lo escucharon predicar; que lo escucharon profetizar, que
lo vieron hacer tantos milagros, y que, le conocieron tan cercanamente… no se
dieron cuenta de quién era realmente… sino HASTA QUÈ. Sì, hasta que Cristo acompaña
a Cleofas camino a Emaùs junto con otro discípulo, y le da una REVELACIÒN del
Cristo, entonces los ojos les fueron abiertos dice la narraciòn (Lucas 24:31).
Ahora entendemos mejor algo: Todos vamos camino a Damasco sin conocerlo y
necesitamos tener un ENCUENTRO con Cristo, pero, también todos vamos camino a
Emaùs con los ojos vendados, y necesitamos no sólo tener un encuentro con él
sino también una REVELACIÒN de quién es él. Con razón dijo: “El que me
confesare delante de los hombres, yo le confesarè delante de mi Padre que está
en los cielos” (Mateo 10:32). ¿Amèn?
Señor: Danos un honesto celo
por tu casa.
Comentarios
Publicar un comentario