Los pobres ricos.
Asì como las escrituras nos
narran de un joven que siendo rico se convirtió en un hombre digno de làstima
al cuál pudìeramos llamar pobre. Tambièn las escrituras nos narran de personas
pobres que pudiéramos llamar ricas. Veamos primero lo siguiente, en esos
tiempos (hace dos mil años), el salario del día era un “denario” si suponemos
que ese denario significarìa un dólar de hoy, la “blanca” vendría a ser como un
centavo de ese dólar. Con esto en mente, ahora veamos la paràbola de la
ancianita que llegó al lugar de las ofrendas y dio dos blancas (dos centavos),
pero que era todo lo que tenía para comer ese día (Mateo 12:41-44). Allì mismo,
Cristo les explica a sus apóstoles que esa viuda era más rica que los ricos que
estaban depositando mucho más, porque lo que ella estaba dando era TODO lo que
tenía, mientras que los otros daban de lo que les SOBRABA, y solamente lo
hacían para ser admirados por todos. ¡Que lo poco o mucho que demos, no sea
para que las personas nos admiren o hablen bien de nosotros, sino porque
estamos OBEDECIENDO un mandato de Dios!. Seamos pobres ricos y no ricos pobres.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa
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