Quiero que mi casa esté llena
Cristo les cuenta a los
discípulos una paràbola, la de la invitación a una cena, narra que fueron
muchos los invitados pero que todos se excusaron, entonces él le dice a su
“siervo”: Ve por los caminos y fuèrzalos a entrar porque quiero que mi casa
esté llena (Lucas 14:23). Si, por misericordia conocemos a un Dios tan bueno,
que sin que nosotros le conozcamos, él nos invita a llegar a su casa a comer
“gratis”. ¿En dónde está el truco por parte de èl? ¿En dónde está la
desconfianza por parte nuestra? Con respecto a él, no hay truco, es un amor tan
grande que no alcanzaríamos a entender nunca. Y, con respecto a nosotros, la
desconfianza es porque comparamos las dàdivas de Dios con las que damos
nosotros los hombres, quienes casi siempre tenemos intereses ocultos tras lo
que hacemos o damos. Si lográramos entender que Dios no es hombre para que
mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, entonces podríamos confiar
como niños en sus palabras (Nùmeros 23:19). Amèn.
Señor; Danos un honesto celo
por tu casa.
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