No lo conozco.
El Señor ha sido tomado
prisionero, es llevado al Sanedrìn (Consejo de sabios religiosos que gobernaban en Judea), y Pedro
está frente a la mirada de acusadores que le dicen que él también parece ser
parte del grupo, y èste declara en voz alta: “No lo conozco” (Mateo 26:72).
Analicemos: Uno, què pena que habiendo caminado con Cristo durante años una
persona niegue conocer al Cristo (que no nos pase). Dos, es lamentable negar a
Cristo luego de tantas manifestaciones que ha hecho en y para nosotros, pero
hay una pena mucho màs importante, y mucho más delicada: “Que sea Cristo quien
pudiera llegar a decir de nosotros lo mismo”. Vivamos, ya que decimos conocer a
Cristo, de tal forma que estemos seguros que él no nos negarà; y luego, para
que otros que no le conocen puedan llegar a desear conocerle al mirar nuestro
testimonio de vida, a pesar què, estamos viviendo las mismas condiciones
difíciles que ellos.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa.
Comentarios
Publicar un comentario