Ese fuerte viento que nos roba la fe.


 

No hay una persona que haya leído la historia del apóstol Pedro caminando sobre el agua, que no se asombre del por què se hundió teniendo a Cristo delante de él (Mateo 14:28-30). Pero nosotros actuamos igual, ¿Cuàntas veces el Señor nos ha salvado de situaciones difíciles? Y seguimos sin tener suficiente fe. ¿Cuàntas veces nos ha librado de angustias? Y seguimos sin creer en sus promesas. No hemos logrado comprender que en el mar, un fuerte viento provoca grandes olas, y que esas olas nos dan miedo. No se trata que la presencia de Cristo no sea suficiente, se trata que el corazón humano es duro y no hemos podido llegar a confiar en él plenamente (Jeremìas 17:9). Tenemos que aprender a confiar y depender de Cristo únicamente (Juan 16:33).

 

 Señor: Danos un honesto celo por tu casa. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La obesidad espiritual.

El anticristo está entre nosotros.

Cuando Dios te tira al ruedo.