Prisiòn domiciliar.

 


 

Cuando una persona comete un delito, por grave que sea, si es su primer delito, la Ley le permite pedir libertad “bajo fianza”, y, asì, poder cumplir su condena en casa por ello se le llama “prisión domiciliar”. Ahora bien, vemos en la vida cotidiana que muchos cometen delitos y, lamentablemente, no son castigados. En lo que se refiere a lo espiritual vemos que la situación no es muy distinta. Muchos cometemos pecados y somos llamados inmediatamente a reflexionar sobre el delito, pero otros muchos, no solamente cometen el delito sino aparentemente les va mejor que a nosotros (Eclesiastés 7:15). Dios no es injusto, simplemente dejó por escrito lo que ha sucedido, sucede y sucederà (Eclesiastes 3:1). También dejó por escrito cuál es la diferencia entre unos y otros (Efesios 1:1-6). Y explicó a su vez, el por què pareciera que a unos va bien mientras que a los otros los corrige cometiendo la misma falta. La razón es porque unos somos hijos y los otros tan solamente criaturas por muy bien congregados que se vean o quieran aparentar estarlo, aunque muchas veces son ellos los que están libres pero en prisiòn (Proverbios 3:12; 13:24 y hebreos 12:6-11). Meditemos.

 

Señor: Danos un honesto celo por tu casa

 

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