Heme aquí… envíalo a él.
Estudiando medianamente la palabra de Dios sabemos que la
expresión del título de hoy no es exactamente así. La palabra dice: “Heme aquí,
envíame a mì” (Isaìas 6:8). Expresiòn dada por el profeta Elìas cuando Dios le
habla de la necesidad que hay de explicarle a un pueblo necio lo que está en el
corazón de Dios (Isaìas 6:10). Conocemos a un matrimonio cuyo ministerio es el
de interceder en oración por otros, sabemos que ellos lo hacen con el todo
amor, gusto y desinterés del caso, pues Dios les hablò diciéndoles: “Y todo lo
que hagáis, hacedlo como para Dios, y no como para los hombres” (Colosenses
3:23). Pero el punto es el siguiente, nos contaban que no pocas personas les
llaman para decirles: “Por favor, OREN por tal o cuál persona que está en
penas”… pero ellos NO lo hacen. En otras palabras, no apoyan en oración a su
amigo, a su pariente, a su recomendado, sino le dejan la “carga” a terceras
personas. Se convierten en “mandaderos pero no en colaboradores de oraciones”.
Para quien tiene el ministerio de intercesión eso NO es una carga sino una
bendición, pero bien harìamos en no decir: “Señor, heme aquí… envíalo a él”.
Selah.
Señor: Danos un honesto celo por tu casa
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