Y serán una sola carne (Parte dos)

 


 

Las escrituras nos mencionan que antes de casarnos debemos pasar un tiempo conociéndonos como personas, recordemos que se van a unir dos personas criadas en distintos ambientes; con diferentes costumbres; con diferentes formas de vivir el presente y ver el futuro (sobre todo en lo económico); con diferentes experiencias personales y familiares, y en ocasiones hasta de diferentes culturas, etc. Por ello, existía en el pueblo de Dios lo que se conocía como el “desposorio”, que era una promesa mutua de entregarse como persona a la intimidad con el otro, ese tiempo duraba al menos un año, tiempo durante el cuál se terminaban de conocer.

Es por ello, que, por ejemplo, cuando la virgen Marìa es visitada por el Espìritu Santo y por la palabra de Dios queda en cinta de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 1:18), los religiosos, piensan que había adulterado (Juan 8:41). En ese tiempo de espera para conocernos es cuando debemos estar seguros que amamos a la persona, pero lamentablemente muchos y muchas creemos que lo que vemos como defectos o fallas… al estar casados se lo vamos a quitar o nos lo van a quitar, tristemente NO es así. Muchos de los defectos o deficiencias que tenemos como personas, no es que Dios no pueda quitárnoslas, es simplemente que no quiere quitárnoslas, mucho menos podrá la otra persona (Pablo lo menciona como aguijones, 2ª Corintios 12:7).

Señor: Danos un honesto celo por tu casa.

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